La importancia de la palabra en la abogacía

La importancia de la palabra en la abogacía

Qualit Abogados

Desde el primer momento en que entra el cliente por la puerta del despacho para compartir y comunicar su asunto, hasta el último día que sale del mismo con la copia de la Sentencia que pone fin a su procedimiento, hay una cosa que se repite en todas y cada una de las fases de estudio, desarrollo y conclusión del caso: la palabra.

En el mundo de la abogacía, unas de las principales armas que tenemos los letrados es la palabra. En primer lugar para tranquilizar al cliente en la primera visita y, en segundo lugar, para realizar una correcta y profesional actuación en el acto de celebración de juicio.

Con respecto a la primera: tranquilizar al cliente. Por regla general, el cliente llega al despacho para exponer un problema, problema del que no encuentra solución y recurre a profesionales que sean capaces de arrojar luz y comprometerse a dar tranquilidad jurídica a su asunto. Para ello, es necesario que el letrado tenga un don de palabra importante, así como una gran empatía que haga tranquilizar al cliente, que coja confianza con su abogado y, que como consecuencia de ello, tenga la certeza absoluta de que su problema, inquietud o interés se encuentra en “buenas manos”.

Es importante para el correcto ejercicio de la abogacía no confundir dos conceptos: inteligencia emocional y “ser encantador de serpientes”, me explico. Ambos conceptos están separados por una delgada línea que nunca ha de cruzarse si se desea ejercitar, con buena praxis, cualquier profesión.

La inteligencia emocional es vital para la relación cliente-abogado, es lo que hace que el cliente descanse sabiendo que su asunto se está dirigiendo de una manera diligente y adecuada. El letrado que porte este tipo de inteligencia, la cual, se manifiesta con un buen uso de la palabra, obtendrá una buena relación con cliente y gozará del beneficio de la “recomendación”. Sin embargo, el abogado que, en vez de empatizar con su cliente, lo embelese inadecuadamente, prometiéndole objetivos inverosímiles para su tranquilidad efímera, conseguirá deshacer en pedazos la confianza que el cliente ha depositado en él pues, de esta forma de actuar, se colige única y exclusivamente la nimia búsqueda del interés personal del profesional ante todo y sobre todo, siendo iguales los medios que se ejerciten para conseguir el fin citado y quebrantando las premisas de la correcta praxis profesional. Por ello, desde Qualit Abogados y Asesores contamos con abogados que, pese a ser excelentes en su trabajo, también lo son en su forma de ser, pues en el ejercicio de la abogacía es del todo necesario compaginar ambos extremos para que el cliente se encuentre satisfecho, así como para dar un enfoque humano al asunto encomendado, ya que de esta manera, el cliente llegará de manera más inmediata al fin deseado sin sufrir un desgaste emocional demasiado fuerte o injustificado.

Por otra parte, el cliente, con carácter general, llega al despacho habiendo consultado, como es lógico, a varios compañeros. Por ello, es necesario destacar ante el resto, ostentar esa nota identificativa que permita diferenciarte de la competencia. En ese momento, entra en juego nuevamente el don de la palabra. El profesional que, en la primera visita, sea capaz de explicarle didácticamente y de una manera clara al cliente la solución a su problema, o los pasos a seguir para conseguir la evolución favorable de su asunto, habrá triunfado humana y profesionalmente. El cliente busca profesionalidad, servicio y dedicación. Estas tres características están relacionadas entre si y resumen al buen abogado. Para poder ofrecerlas en su mayor grado de eficacia es necesario expresarse de manera correcta y tener una dicción favorable, todo ello con el objeto de que el cliente se sienta seguro bajo las dotes profesionales que le ofrecemos y protegido frente a la parte contraria. Es decir, que tenga la seguridad de que sus intereses y derechos esta protegidos mediante su asistencia letrada.

Con respecto al segundo punto que cité al principio de esta líneas y referido a realizar un correcto y profesional papel en el acto de juicio, he de decir que, como es obvio, es capital para el buen devenir del procedimiento realizar una buena comparecencia en sala. ¿Cómo se consigue este objetivo?, para su consecución es necesario exponer nuestros argumentos al juez de manera clara, concisa y poniendo en relevancia los intereses más importantes del cliente para que por el Tribunal sean escuchados y tenidos en cuenta. En un procedimiento donde casi toda la prueba es documental y el fondo del asunto muy técnico, es necesario que el letrado encargado de realizar el juicio invierta el tiempo necesario para poder explicar de manera correcta, ordenada y nada prolija los intereses de su cliente cuando el Tribunal le conceda la palabra, en definitiva, captar la atención del Tribunal en el momento procesal reservado para realizar la valoración de la prueba, el informe. Todo ello, por cuanto si en el acto de juicio se ha practicado un volumen importante de prueba, resulta del todo necesario que el letrado sea capaz de sintetizar, en el breve momento de tiempo que le concede SSª a tal efecto, los intereses de su cliente que se desprenden de esa práctica de la prueba. Por tanto, no hay mejor manera para realizar este trabajo que tener una buena dicción que nos permita ser capaces de hacer llegar al juez y a las partes interesadas las necesidades de nuestros clientes. Si conseguimos este extremo, la victoria estará asegurada.

Como vemos, la oratoria del abogado es del todo importante para ejercitar su profesión de manera brillante, por ello, en Qualit Abogados y Asesores nos rodeamos de grandes profesionales que cuentan con esta gran virtud y con calidad humana y profesional para solventar y solucionar los problemas de nuestros clientes con éxito.

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