La Reforma Universitaria: del «menú» a «la carta»
El Consejo de Ministros ha aprobado el Decreto que permitirá a las universidades españolas ofrecer, a partir del próximo curso, títulos de grado de 180 créditos ECTS, es decir, de tres años, en lugar de los 240 (cuatro años) que son obligatorios en la actualidad. Se trata del mayor cambio en el sistema universitario español desde la incorporación de España al Espacio Europeo de Educación Superior, conocido como «Plan Bolonia».
El Decreto servirá para que las universidades puedan modificar el planteamiento actual (carreras de cuatro años y másteres de uno) para hacer tres de carrera y dos de máster, aproximándose de esta forma al funcionamiento que rige en la mayoría de los países europeos. Sin embargo, lejos de causar un buen impacto en la sociedad, ha causado el rechazo no sólo de los propios estudiantes, sino también de la propia Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) que ha cargado directamente contra dicha reforma.
Aunque si bien la reforma es voluntaria y permite a las universidades asumirla o no, lo cierto es que por los rectores de la universidad se considera que la coexistencia de un mismo título con duraciones distintas, incluso dentro de una misma ciudad, puede generar «confusión» entre los estudiantes.
¿Podríamos hablar de un escenario discriminatorio? Lo cierto es que estaríamos con carreras de la misma materia donde tuvieran diferentes duraciones e, incluso, sucederá que convivan grados de tres y cuatro años en materias distintas.
No obstante, el problema principal se plantea con el coste económico que pueda conllevar a los estudiantes el acoger el actual sistema y el que ahora establece la reforma. La Secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio, defiende que las familias ahorrarán con esta reforma hasta 150 millones de euros. De esta forma si nos detenemos a hacer números, ese ahorro únicamente se daría si se realiza la carrera de tres años y se renuncia a cursar un máster. De otra forma el importe se haría más elevado.
Más pareciera que se ha vuelto al sistema anterior al de Bolonia pero, con la particularidad de que a la diplomatura, con la nueva reforma, se la cataloga como Grado y a la licenciatura como Máster.
Con esta reforma también se produciría una repercusión en los ingresos del centro concreto de que se trate. Es decir, si las carreras pasan de cuatro a tres años, bajarán de 240 a 180 créditos y dado que la financiación va vinculada al crédito estaríamos hablando de menos recursos para el centro que, a su vez, se traduciría en la contratación de menos profesores.
Habrá que esperar a que las universidades vayan adoptando o no el cambio “voluntario” que establece el decreto para determinar no sólo si supone un mayor coste económico a los estudiantes respecto del sistema actual, traduciéndose en que únicamente puedan acceder a las universidades los que más recursos económicos tengan sino también, cómo va a repercutir en la formación de los estudiantes y en lo preparados que van a salir de cara al mercado laboral con este nuevo modelo.